Esta es una pequeña historia que escribí tomando como base el largo relato que hace Tolkien de Beren y Lúthien en El Silmarillion; sobra decir que para el Maestro solo vivas y mis respetos, solo me he tomado esta libertad en nombre de la amistad.
En los tiempos que transcurrieron a la caída de Sauron en Tol-in-Gaurhoth bajo las fauces de Huan de Valinor, y su posterior huída a Tour-nu-Fuin, donde asoló los bosques, Beren y Lúthien conocieron lo que era vivir uno junto al otro, y todo fue paz.
Y si bien la promesa de Beren lo carcomía y con frecuencia su vista se dirigía a Menegroth, donde Morgoth reinaba con los Silmarils y su sombra cubría la tierra, la presencia de Lúthien le arrancaba sonrisas y lo sumía en una profunda alegría.
En sus paseos por el bosque, mientras ella entonaba las más dulces canciones que arrullaban a los árboles, el recuerdo de su padre Barahir y su promesa a Thingol se volvían cada vez más difusos, y aun cuando era consciente de que tal felicidad no sería eterna, tras muchos años de penas y cansancio, dejó que la presencia de Tinúviel y su luz lo envolvieran hasta calentar su corazón.
Porque desde aquel día en que vagando por los confines de Doriath, la vio bajo la luz del atardecer, y la llamó Tinúviel sin obtener respuesta, sus destinos quedaron unidos por siempre.
Lúthien Tinúviel, la más hermosa, la que danzaba en las colinas y todos los capullos florecían a su alrededor; las más amada de las hijas de Ilúvatar que posó sus ojos sobre un mortal, uniendo sus linajes.
Un invierno pasó y la dicha los envolvía, pero Lúthien sabía que su futuro juntos estaba marcado por el dolor, tal y como Melian predijo, y lloraba por las noches, en silencio, marchitando con sus lágrimas el pasto que la cobijaba.
Y no había forma de convencer a Beren de que su suerte era ya compartida, porque él estaba decidido a devolverla a Doriath hasta que pudiera cumplir su promesa de llevarle un Silmaril a su padre, aún cuando ello le costara la vida, porque aunque hubiera deseado permanecer por siempre con su amada, su honor lo obligaba a separar sus caminos.
Entonces Lúthien comprendió que el tiempo había llegado, y comprobó que su unión estaría marcada por pruebas y pesares que estaba dispuesta a enfrentar porque su amor era verdadero.
Y tras el encuentro con Celegorn y Curufin en el Bosque de Brethel, cuando Huan se rebeló a su dueño, y cayó sobre Beren la maldición de la pronta muerte; tan pronto regresaron a Doriath y ella renegó de su abandono para ir en su búsqueda, no hubo vuelta atrás, y así lo supo también Beren una vez que la tuvo a su lado.
Se contaron las más grandes canciones de la derrota de Morgoth a manos del hijo de los hombres y la más amada de Thingol, y aún cuando el Silmaril fue arrancado junto con su mano por las fauces de Carcharoth, la hazaña de Beren permanece aún en el recuerdo de la tierra.
Pero sabía Lúthien que el mal se cernía sobre ellos, y ni siquiera en Doriath bajo el amparo de los suyos se sintió a salvo y todos sus temores se hicieron realidad cuando despidió a su amado, caído bajo el ataque de Carcharoth, el lobo de Morgoth que se vengó así de los amantes y encontró en su revancha también la muerte.
Y como cuentan las canciones, la hija de Melia la Maia, se presentó hasta el mismo Mandos a rogar por Beren; y su belleza y canto conmovieron su alma, y con la venia de Manwë, optó por la mortalidad en la tierra junto al amado que le fue devuelto.
Poco se sabe de la que fue la vida de Lúthien y Beren en la Tierra Media, una vez que regresaron ambos como mortales; sin embargo, aún cuando ninguno de ellos fue visto u oído nunca más, quedan como testigos de lo que fue su amor compartido, los árboles de Tol Golen, la isla verde, que en aquella época compartían parentesco con los Ents, los seres eternos.
Entre sus hojas se filtraban susurros que llegaron hasta los confines de la tierra, de bosque en bosque, relatando apenas unos cuantos hechos que a ojos de los tiempos terribles que siguieron bien pueden parecer poco importantes, pero que al hablar de la felicidad compartida de aquellos que lo arriesgaron todo, cobra nueva luz y significado.
Se cuentan muchas historias de Beren, hijo de Barahir, Camlost, la Mano Vacía; de su lucha junto a su padre primero, y Felagund el Hermoso después; de los seres que venció y el honor que ganó para su raza.
Del mismo modo no alcanzarán jamás las palabras para alabar la belleza de Lúthien, la más hermosa de todos los hijos de Ilúvatar, o narrar el coraje que demostró, superior al del mejor guerrero de las tierras septentrionales.
Pero está escrito que el hijo de los hombres y la doncella de Doriath son uno solo, y ninguna historia contada acerca de ellos será más gloriosa que la Balada de Beren y Lúthien, los del mismo destino, unidos en esta vida y en la otra.
*Escrito para Nell, compartido con los amigos.