Esta novela se basa en un hecho histórico acontecido en la
tierra natal del autor. Sin embargo, en García Márquez la dialéctica entre
realidad y mito es tan fecunda que eleva el hecho a categoría de metáfora
universal sobre la condición humana. Cuando empieza el relato, Santiago Nasar
ya está muerto, pues sabe que los hermanos Vicario lo van a matar –de hecho ya
lo han matado– para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero la
novela concluye en el momento en que Santiago Nasar muere…
Fascinante análisis de la fatalidad y el tiempo cíclico, en
esta obra la realidad se metamorfosea en rito, el amor desemboca en tragedia, y
los hombres y mujeres se sitúan en las fronteras de la leyenda.
Creo que si exceptuamos la fascinante historia de Cien años de soledad, esta es mi obra favorita de García Márquez, puedo leerla una y otra vez y nunca me canso de ella, siempre encuentro algún detallito que se me escapó en una lectura anterior y me sigo maravillando con la maestría de Gabo. Recuerdo que la leí por primera vez hace ya varios años y cuando terminé el primer párrafo me quedé helada porque nunca hasta entonces me había visto de pronto con un protagonista del que conocía su fin desde el inicio, y qué fin. Como dice la sinopsis, Santiago Nasar ya está muerto, lo sabemos todos, incluso quiénes son los responsables, y muchos datos más que se nos van develando pronto según avanzamos en la lectura de la novela; pero Gabo nos engancha de modo tal, hila tan fino la trama, que no podemos dejar de leer y leer porque pese a saber todo esto, intuimos también que falta mucho por contar, que aún nos faltan datos y que los iremos conociendo en tanto acompañamos a Santiago en su camino a la muerte.
Me parece que Gabo juego un poco aquí con el tema del destino inexorable, ese que persigue al protagonista paso a paso durante toda la historia y del que deseamos que escape de alguna u otra forma, por mucho que sepamos que no hay manera. Cada vez que un personaje duda, que Santiago toma un camino que parece que podría salvarlo de la muerte, que se nos revela un acontecimiento que podría ayudarle de alguna forma... No, no hay salvación para Santiago Nasar, eso está más que claro, de allí el título del libro, pero qué fantástico viaje nos regala Gabo con esta historia que es en cierto modo una novela policíaca en toda regla y que se lee en un suspiro.
Comparto un fragmento de La bendita manía de contar, ese libro acerca del arte de la escritura que reseñé hace unas semanas en el que García Márquez, en una de sus geniales intervenciones en el taller, nos cuenta algo muy interesante acerca de la forma en que decidió plantear esta novela y por qué lo hizo como lo hizo. Un genio, sin duda.
"Armar la intriga de una novela policíaca es muy fácil, pero desarmarla —o sea, aclarar el misterio—es dificilísimo: uno siempre se queda por debajo de las expectativas. Cuando escribí Crónica de una muerte anunciada, tuve ese problema: al terminar el primer capítulo, me dije: "Humm, ya caí en la trampa de la novela policíaca". Porque en algún momento se dice que al tipo lo van a matar y entonces se crea la duda, que si lo matan, que si no lo matan... Y pensé: "Habrá lectores que se salten capítulos enteros para ver si lo matan o no lo matan, y se me jode la novela, así que lo mejor es cortar por lo sano: lo matan. Ahora, ¿quieres saber cómo lo matan? Entonces tienen que tragarse el libro completo".