Happy go lucky, o como se le bautizado por estos rumbos, La felicidad trae suerte, es una película realizada el año pasado y nominada a los premios Golden Globe 2009 en la categoría Mejor Comedia o Musical. Llegó a nuestras carteleras en los últimos días y fui a verla atraída por las buenas críticas.
Poppy (Sally Hawkins) es una joven mujer que ha decidido ver el lado bueno de la vida con un entusiasmo desbordante, sin dejar que los contratiempos cotidianos interfieran con ello.
Reconozco que durante los primeros minutos de la película, creí que la protagonista se encontraba bajo los efectos de algún tipo de droga. Culpa absoluta del prejuicio que a veces permito me embargue. Pero no pasó mucho para que esta mujer me contagiara con su chispa inigualable.
Considerando que es obra de Mike Leigh, artífice de excelentes entregas, como Secretos y Mentiras y El Secreto de Vera Drake; no esperaba menos. Leigh tiene la virtud de poder mostrarnos a la sociedad británica de una manera sencilla, apelando a sus costumbres y hasta burlándose un poco de la conocida flema británica, como ocurre durante la hilarante secuencia de las clases de flamenco.
La acción se desarrolla de modo tal que nos sorprende entregándonos mucho más de lo que cabría esperar. Los diálogos son riquísimos y se dan una serie de situaciones que, si bien no parecen tener una relación entre ellos, a la larga comprobamos que en todo momento se trata de mostrar lo compleja que resulta nuestra protagonista. Porque no todo son risas y pajarillos cantando para Poppy; al contrario, debe enfrentarse a hechos muy desagradables, sin permitir que ello le robe la inocencia y entusiasmo que la caracteriza. Cierto que tiene a una cómplice extraordinaria en su mejor amiga Zoe (Alexis Zegerman), algo escéptica y ácida, pero que resulta el complemento perfecto para la personalidad centellante de Poppy.
La relación con Scout (Eddie Marsan), ese gruñón instructor de manejo, resulta sin duda lo más interesante de la cinta, por la incompatibilidad de caracteres. El hombre es un amargado, xenófobo, racista, entre otras cosas; y resulta imposible que no se vea espantado por la excesiva dulzura de Poppy, dando la impresión de ser algo así como un contrapeso para ella. La actuación de Marsan es fabulosa, especialmente al final, cuando nos regala la escena más cruda del film.
La música resulta encantadora y muy apropiada, a cargo de Gary Yershon; nos lleva al ambiente perfecto para cada escena. Algo similar se puede decir del vestuario, que corre a cuenta de Jacqueline Durran; especialmente en el caso de la protagonista, que se viste como vive, con un estilo muy retro y estrafalario, un encanto.
Es curioso que nos mostraran la relación de Poppy con sus hermanas y las diferencias entre ellas. Cuando visitan a la que está embarazada, me molestó la pasividad de Poppy; hubiera deseado que la pusiera en su lugar, no dudo que habría sabido cómo hacerlo. Sin embargo, da la impresión de que Leigh quería que se viera cuán buena es Poppy en todo sentido. La mayor muestra de ello es su encuentro con el indigente, escena que odié y me pareció absolutamente innecesaria.
Sally Hawkins obtuvo el Globo de Oro a Mejor Actriz en una Comedia o Musical por este papel y debió ser nominada al Oscar. Su actuación es absolutamente conmovedora; cualquier imperfección en la trama, que las hay y varias, eran brillantemente cubiertas por esta magnífica actriz. ¿Cómo criticar tal o cuál diálogo fuera de lugar con ella iluminando la pantalla? Resulta gracioso que muchas personas critiquen justamente al personaje protagónico, porque su felicidad resulta sencillamente insoportable. No estoy de acuerdo, porque si bien en un inicio puede parecer un poco excesivo, ello se supera con rapidez y una vez hecho eso, podemos observar cómo a través de su mirada nos transmite mil emociones; revelando inseguridad, dolor y angustia, sin borrar en ningún momento la sonrisa de sus labios, lo que resulta más impresionante.
Tal vez no sea la mejor película de Mike Leigh, es cierto, pero yo vi en esta un pequeño canto a la vida, a la amistad, la esperanza; en suma, un generoso obsequio de felicidad. No creo que alguien vaya a despreciarlo.
Poppy (Sally Hawkins) es una joven mujer que ha decidido ver el lado bueno de la vida con un entusiasmo desbordante, sin dejar que los contratiempos cotidianos interfieran con ello.
Reconozco que durante los primeros minutos de la película, creí que la protagonista se encontraba bajo los efectos de algún tipo de droga. Culpa absoluta del prejuicio que a veces permito me embargue. Pero no pasó mucho para que esta mujer me contagiara con su chispa inigualable.
Considerando que es obra de Mike Leigh, artífice de excelentes entregas, como Secretos y Mentiras y El Secreto de Vera Drake; no esperaba menos. Leigh tiene la virtud de poder mostrarnos a la sociedad británica de una manera sencilla, apelando a sus costumbres y hasta burlándose un poco de la conocida flema británica, como ocurre durante la hilarante secuencia de las clases de flamenco.
La acción se desarrolla de modo tal que nos sorprende entregándonos mucho más de lo que cabría esperar. Los diálogos son riquísimos y se dan una serie de situaciones que, si bien no parecen tener una relación entre ellos, a la larga comprobamos que en todo momento se trata de mostrar lo compleja que resulta nuestra protagonista. Porque no todo son risas y pajarillos cantando para Poppy; al contrario, debe enfrentarse a hechos muy desagradables, sin permitir que ello le robe la inocencia y entusiasmo que la caracteriza. Cierto que tiene a una cómplice extraordinaria en su mejor amiga Zoe (Alexis Zegerman), algo escéptica y ácida, pero que resulta el complemento perfecto para la personalidad centellante de Poppy.
La relación con Scout (Eddie Marsan), ese gruñón instructor de manejo, resulta sin duda lo más interesante de la cinta, por la incompatibilidad de caracteres. El hombre es un amargado, xenófobo, racista, entre otras cosas; y resulta imposible que no se vea espantado por la excesiva dulzura de Poppy, dando la impresión de ser algo así como un contrapeso para ella. La actuación de Marsan es fabulosa, especialmente al final, cuando nos regala la escena más cruda del film.
La música resulta encantadora y muy apropiada, a cargo de Gary Yershon; nos lleva al ambiente perfecto para cada escena. Algo similar se puede decir del vestuario, que corre a cuenta de Jacqueline Durran; especialmente en el caso de la protagonista, que se viste como vive, con un estilo muy retro y estrafalario, un encanto.
Es curioso que nos mostraran la relación de Poppy con sus hermanas y las diferencias entre ellas. Cuando visitan a la que está embarazada, me molestó la pasividad de Poppy; hubiera deseado que la pusiera en su lugar, no dudo que habría sabido cómo hacerlo. Sin embargo, da la impresión de que Leigh quería que se viera cuán buena es Poppy en todo sentido. La mayor muestra de ello es su encuentro con el indigente, escena que odié y me pareció absolutamente innecesaria.
Sally Hawkins obtuvo el Globo de Oro a Mejor Actriz en una Comedia o Musical por este papel y debió ser nominada al Oscar. Su actuación es absolutamente conmovedora; cualquier imperfección en la trama, que las hay y varias, eran brillantemente cubiertas por esta magnífica actriz. ¿Cómo criticar tal o cuál diálogo fuera de lugar con ella iluminando la pantalla? Resulta gracioso que muchas personas critiquen justamente al personaje protagónico, porque su felicidad resulta sencillamente insoportable. No estoy de acuerdo, porque si bien en un inicio puede parecer un poco excesivo, ello se supera con rapidez y una vez hecho eso, podemos observar cómo a través de su mirada nos transmite mil emociones; revelando inseguridad, dolor y angustia, sin borrar en ningún momento la sonrisa de sus labios, lo que resulta más impresionante.
Tal vez no sea la mejor película de Mike Leigh, es cierto, pero yo vi en esta un pequeño canto a la vida, a la amistad, la esperanza; en suma, un generoso obsequio de felicidad. No creo que alguien vaya a despreciarlo.
solo conozco a dos personas que pueden trasmitir con claridad ,una pelicula........luciana del blog orgullo y prejuicio y vos.....
ResponderEliminarya se me dijiste que no sos critico de cine,pero contagias lo bueno y me dan ganas de ver de que se trata
fiona
Gracias por eso, Fiona, no conozco a luciana, a ver si encuentro su blog, porque me encanta la gente cinéfila como yo y siempre estoy atenta a buenas recomendaciones. En cuanto a esta película, la tienes que ver, es linda y te deja pensando que si todos fuéramos un poquito más felices y no nos quejáramos tanto de las dificultades de la vida, otro sería el mundo.
ResponderEliminarBesos.