No sé qué me dio hoy, que me ha provocado compartir uno de esos originales que tengo guardados vaya Dios a saber desde cuándo, y aunque sé que hay montones de cosas que mejorar, no me gusta eso de cambiarles algo; prefiero tenerlos allí como quedaron en su momento. No es precisamente lo más bonito o alegre para empezar la semana, pero en la vida no todo es bonito o alegre, ya se sabe, así que allí dejo este relato un poco extraño que no es lo que se dice mi estilo, pero así salió, y por algo será.
Cada paso resonando en la moqueta semejaba al tic-tac de un reloj. El angosto pasillo olía a humedad, y la sensación de frío era sobrecogedora.
La puerta al final, con una aldaba de bronce en el centro, invitaba a correr en la dirección contraria.
Si esa voz no le hubiera susurrado una y otra vez, que extendiera la mano y la abriera, nunca lo hubiera hecho.
Un pasaje aún más oscuro le esperaba al otro lado, y debió dar un nuevo paso, luego otro, y la voz continuaba; a cada momento esa presencia se hacía más perceptible.
Casi tres metros adelante, otra puerta le impidió el paso. Cerró los ojos y rezó. Sí, el ateo rezó.
—Falta tan poco—allí estaba el susurro otra vez.
Y la figura se iba dibujando, y ya no era sólo una sombra; ahora podía reconocer a la frágil mujer enfundada en un vestido blanco, que daba a vueltas a su alrededor como lo hiciera tantas veces en el pasado. Sólo que entonces nunca le temió.
—Quieres tocarme, lo sé, sólo un poco más—insistió la voz.
Hubiera dado media vuelta, y corrido como si la vida se le fuera en ello, pero no podía. Ella estaba allí, lo llamaba. Cierto, sentía más miedo que deseo ahora, pero algo le impedía huir; era como si una fuerza invisible lo empujara hacia delante, y él no tuviera voluntad para resistirse.
Extendió la mano una vez más, con los ojos cerrados, tanteando hasta encontrar el cerrojo, y girando una manivela oxidada, consiguió abrirla.
Permaneció inmóvil, temblando, sin atreverse a mirar, temeroso de lo que le esperaba al otro lado.
—Abre los ojos o te caerás—le ordenó la voz, con suave tono burlón.
Respiró profundamente antes de obedecer, con las manos sudorosas.
No hubo mayor diferencia. No veía nada de lo que le rodeaba, apenas si vislumbraba una luz tenue al final del corredor, y hacia allí se dirigió.
Al llegar, sólo vio una pequeña estancia circular, con estanterías cuidadosamente colocadas para que se mezclaran con las paredes. Al centro de la pieza, un arcón de madera con un grueso candado, dominaba la vista.
—Se ve descuidado, nunca volviste—un leve tono de reproche surgió a sus espaldas.
El hombre se tapó el rostro con ambas manos, temblando sin control. ¿Por qué le había obedecido? ¿Qué hacía aquí? Era una locura.
Sintió un suave toque en el brazo derecho, como si le hubieran pasado una pluma, haciendo que la piel se encrespara, por el escalofrío que le recorrió la espina. El temblor lo hizo trastabillar.
—¡Ábrelo!—le ordenó la voz.
—No puedo—era la primera vez en horas que se negaba a lo que le indicara.
Haciendo un esfuerzo, respiró profundamente, y bajó las manos muy despacio. Deseó no haberlo hecho, porque allí estaba ella, justo frente a él, mirándolo con un odio que iba más allá de lo racional. Por supuesto, nada de lo que estaba ocurriendo era racional.
Esos ojos negros que lo vieran con amor en el pasado, ahora estaban fijos en los suyos con una frialdad escalofriante. Sentía que si extendiera la mano, podría tocarla, y sería casi corpórea.
—¡Ábrelo!—ahora señalaba el arcón con un ademán furioso.
Se preguntó qué ocurriría si corriera, si lograría alcanzarlo. Tal vez lo hiciera, pero no iba a poder tocarlo, ya se lo había dicho cuando fue a buscarlo. Pero también le advirtió que no tendría paz si no hacía lo que le ordenaba.
Y allí estaba, sin saber qué hacer. ¿Qué ya no había pagado bastante?
—Ha sido un martirio, lo juro, ya he cumplido—las lágrimas corrían sin poder detenerlas.
—No conmigo. Ábrelo—ella jamás había sido tan fría.
Con un ademán desesperado, dio un par de pasos hacia atrás, pero no se dirigió hacia la puerta, sino a una de las estanterías. Se arrodilló tras esta, y con cierto esfuerzo, extrajo un pesado objeto.
Ignoró la mirada satisfecha que ella exhibió, y con mucho cuidado, se acercó al arcón, sujetando el martillo de acero que acababa de tomar.
No lo pensó más, no se quejó más, no hubiera tenido sentido. Con un solo golpe logró romper el candado, cerrando los ojos para evitar las astillas que salieron dispersas en toda dirección.
—Juntos, muy pronto juntos—apoyó su mano sobre la suya, y la sintió más que nunca.
Dando un suspiro resignado, como el de un hombre agonizante, abrió el baúl, y aunque sabía lo que iba a encontrar, no pudo evitar el espasmo de terror que lo recorrió.
Una osamenta, que apenas si se mantenía unida, reposaba sobre unas mantas manchadas. Las cuencas vacías de la calavera le devolvieron una mirada que hubiera jurado, era de burla.
—Me abandonaste—pudo detectar algo de esa antigua dulzura.
—Lo siento—y lo hacía. Lo hacía ahora.
Decenas de imágenes empezaron a invadir su mente, imágenes que había procurado enterrar en lo más profundo de su memoria.
Él llegando a esa casa, alcoholizado, y furioso. Ella asustada, corriendo, escapando.
¿Por qué lo hizo? Nunca lo supo. Sólo recordaba haber corrido tras ella al jardín trasero, sacudirla como a una muñeca, y lanzar una piedra sobre su cabeza con una ira insana.
Luego cayó, y por más que intentó despertarla, no pudo. La sangre corriendo entre sus manos, los ojos abiertos, aterrados, que se apresuró a cerrar.
No supo nunca cómo logró arrastrar el cuerpo hasta esa habitación, que ella usaba para escribir. Cogió la llave de su escritorio, abrió el arcón, y la dejó allí, asegurando el candado.
Una fuerza que no reconoció entonces lo impulsó a limpiar todas las huellas del delito. Limpió pisos, recogió los muebles caídos, y selló las puertas como mejor pudo. Luego escapó.
Habían pasado cinco años desde entonces, nunca volvió a pisar esa casa. Buscó otro pueblo, y vagabundeó de aquí a allá, sin preocuparse por nada que no fuera olvidar. A veces temía que alguien lo encontrara, que lo culparan, pero nada ocurrió.
Y esa noche, en el quinto aniversario, ella volvió a buscarlo.
Tembló todo el tiempo, en el coche, siguiéndola por donde le ordenaba, por esos caminos que se le hacían tan familiares. Cuando vio la casa abandonada, quiso volver, pero no se lo permitió. Y allí estaba, contemplando su obra, su crimen.
La mano, que ya casi parecía humana, le tomaba el hombro con fuerza, pero sin lastimarlo.
—Dame mi justicia, y quédate conmigo—era más un lamento que una orden.
¿Qué podía hacer más que asentir? Le pedía justicia. La tendría.
Puso su mano sobre la de ella, sintiendo como si tocara un trozo de hielo.
Caminó hasta la ventana y descorrió las cortinas. La abrió, ignorando el chirrido ensordecedor, y miró hacia abajo.
Ella escogió esa habitación al mudarse porque debajo de esa ventana se encontraba una antigua fuente de piedra, ahora vacía. Decía que le inspiraba al escribir.
Ahora giró a mirarla con expresión cansada. Ella le sonrió, con ademán invitante, sin asomo de rencor en sus ojos.
Ese último rastro de nobleza le dio el coraje que le hacía falta. Subió con pesadez al alféizar de la ventana, y con una última mirada hacia atrás, se lanzó al vacío.
Tuvo suerte. Su cabeza golpeó directamente la fría piedra, tal como había esperado. Durante sus últimos segundos de vida, con la sangre que se agolpaba en su garganta, miró a lo alto, y la encontró allí, como la viera la primera vez, hacía ya tantos años. Estiró una mano para llamarla, seguro de que vendría a recibirlo para llevarlo con ella, pero la vio dar media vuelta, con una mueca desdeñosa.
Al fin tenía su justicia, ahora iba por su libertad; él iba a enfrentar ahora su verdadero infierno.
Vaya Aglaía, me has sorpendido ¿has escrito tu el relato? supongo que si.
ResponderEliminarEs una venganza muy poética, no estuvo bien que la matara así que ella regresa pidiendo que le acompañe en su destino.
Me ha gustado :)
Un beso.
Qué buen relato!!! Y si...es una venganza o simplemente...se hizo justicia y ahora él debe enfrentar su infierno!!!
ResponderEliminarBravo amiguita, me gustó!!!
Buen inicio de semana!
Te felicito!
Bijoux Roos
http://bijouxroos.blogspot.com/
huy, que escalofrio!!!
ResponderEliminarno sabía q tenías tan buena mano para escribir. y sobre todo tan buena mente y corazón, pues ambos hacen falta para ello.
ResponderEliminarbesotes
Es bueno, me gusta para contarlo en esas noches de chimenea con lluvia en los cristales.
ResponderEliminarMe gusta!
Un beso y buena semana
Un cuento muy bueno :)
ResponderEliminarSaludos
Claudia mi niña...tengo los pelos como escarpias...jejeje!!! que miedo...
ResponderEliminarayer por la noche tuve que dejar de leerlo...estaba c-g-d- de miedo...así que esta mañama ya con luz del sol he retomado el relato...jajaja!!!
Muy bueno eres grande...y con mucho talento....guapa...
Un besazo y feliz semana!!!
Wendy, hola, sí que lo escribí hace ya algún tiempo y fue divertido porque lo sobrenatural no es algo que me llame mucho la atención, con qué estado de ánimo andaría que salió esto ;)
ResponderEliminarEso del alma que regresa clamando justicia es como que muy poético, sí, a mi parecer estaba más que merecido. Me alegra que te gustara.
Besos, linda semana.
Roos, qué bueno que te gustó. Como que si era justo o no se presta a discusión, si bien yo pienso que lo era, aunque considerando que es una historia absolutamente sobrenatural, pues queda allí, porque en la vida real esas cosas no pasan, por más que debieran.
ResponderEliminarGracias por pasar, que tengas una linda semana, besos.
Cheli, ¿te dio miedo? Estará mal, pero me alegra un poco, quiere decir que llegó y eso es bueno ;)
ResponderEliminarBesos.
Alma, soy una completa aficionada, pero me gusta tanto escribir que lo hago casi todo el tiempo, es parte de mi vida, y una muy importante; escape perfecto de la RL.
ResponderEliminarGracias por las palabras tan lindas, eres un amor ♥
Besos, feliz semana.
40añera, sí que estaría buena para contar junto a la chimenea en una noche de tormenta; al menos para meter miedo si que estaría bien :)
ResponderEliminarQué bueno que te ha gustado, gracias por leer.
Un besote, ten una linda semana.
Angelorum, gracias por la visita, bienvenido, me alegra que te gustara.
ResponderEliminarFeliz semana.
Anakonda, ¿te dio miedo? Se lo di a leer a una amiga hace tiempo y me dijo que se quedó mirando para atrás mientras estaba en el salón, a ver si no le salía un espíritu por allí XD
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, muchas gracias por las palabras tan lindas, dan mucho ánimo.
Un besote, que vaya todo bien, y preciosa semana ♥
Anda, anda... ¡ya te vale! Mira que meterme el miedo en el cuerpo... ahora a ver quién es la guapa que sale al jardín, ja, ja.
ResponderEliminarBss, me ha encantado y... te han dicho ya que escribes muy bien!!!
Pues eso... tomo nota y espero más.
:-)
Andate ya al Jardín que tienes un Premio, je, je.
ResponderEliminarBss
MariCari♥♥♥♥(y siguen)
ResponderEliminarMe alegra que te gustara, mira que algo de miedo nunca viene mal, como que te mueve el cuerpo, aunque no sea del modo ideal ;)
Tan linda, si te ha gustado yo feliz, a ver si me animo más adelante a subir alguna cosa más, que a veces me gana la timidez.
Voy a ver mi premio, que por la risa puede que venga con truco XD
A mirar, besos.
Hola Aglaia, muy interesante el relato, con esa venganza del más allá y un amor insano.
ResponderEliminarTal vez no tenga nada que ver, pero me recordó al de Heathcliff y Catherine.
Besos.
Hola Tocayita!!! Qué alegría...Perdona pero anduve medio vaga para las visitas.Esta semana estoy un poco mejor,gracias a Dios y vengo a devolver tu visita.ME ENCANTÓ ese cuento es realmente maravilloso!!! y además quería contarte que para mi también es Gerard Depardieu,mi Cyrano preferido...!
ResponderEliminarTe dejo besos gorditos amiga!!!
Cuidate!!!
lo sobrenatural nos acompaña a diario en medida y nos coge de la mano solo hay que saber como encontrarlo excepcional relato besitos gaviota
ResponderEliminarLuciana, me alegra que encontraras el relato interesante, no es muy mi estilo, pero así quedó.
ResponderEliminarLa referencia a Cumbres Borrascosas es completamente comprensible; conozco pocos amores tan enfermizos y trágicos como ese, así que se entiende el símil.
Espero que vayas mucho mejor de salud, un besote.
Guardamores, tocaya de mi corazón, qué bueno tenerte por aquí.
ResponderEliminarEspero que estés mucho mejor, linda, a ver si te das un descansito.
Me alegra que te gustara la historia, aunque sea un poco rara ;)
Y Cyrano, bueno, este personaje es sólo para suspirar, y aún más si está encarnado por el gran Gerard, que es de mis favoritos desde pequeña ♥
Besos, que tengas un lindo día.
Gaviota, tienes toda la razón, la vida diaria en sí tiene mucho de sobrenatural, así que este relato puede pasar por raro, pero no tan loco ;)
ResponderEliminarMe emociona que te gustara, viniendo de ti es un gusto especial, con lo bien que escribes.
Besos.
Una terrible historia. Gracias a tu narrativa me he metido de lleno en ella, viviéndola en mi imaginación como si fuera real.
ResponderEliminarEspero que vuelvas a compartir con nosotros más originales de esos que tienes guardados, que me he quedado con ganas de más.
Un beso
Anto, muchas gracias por leer, me alegra muchísimo que te gustara.
ResponderEliminarEs una historia terrible, sí, y algo creepy, pero fue lo que salió; es genial que la pudieras vivir, lo mejor que podrías decirme.
Espero subir alguna otra cosa pronto, tengo tantas acumuladas por allí, y eso sin contar la poesía, pero a ese género le tengo un respeto inmenso.
De nuevo, muchas gracias, un beso, que vaya todo bien.
mi querida amiga
ResponderEliminarme encantooooooooooo
que mieditooooooooooo
me encanto la forma en que estructuraste la historia y ese final ........
muy buen relato
felicitaciones!!!!!
Fiona, ¿te gustó? Me alegra muchísimo, y también si te dio un poco de miedo, pero mira que no por sádica, sino porque es lindo generar reacciones con lo que escribes :)
ResponderEliminarGracias por las lindas palabras, amigas, a seguir mejorando, y para eso es la práctica.
Besos.