Aprendí a escribir a máquina porque tomé un curso recién salida del colegio con una de mis primas, me parecía lo más divertido del mundo eso de intentar escribir con una de esas máquinas enormes y pesadas, con las letras ocultas para aprenderlas de memoria, y así poder escribir sin mirar el teclado. Confieso que para la segunda clase quería salir corriendo, porque bastaba un pequeño error para que nada valiera, la hoja a la papelera, y nunca he sido una persona paciente, así que tuve que echar mano de toda mi fuerza de voluntad para soportar los meses que duró el curso. Para el final, la profesora nos dijo que podíamos ir a la sala de computación a dar el exámen, me pareció tan raro, pasar de esas máquinas monumentales a una sencilla computadora. Y cuando dio orden de empezar, me sentí Superman, sin exagerar, porque mis dedos volaban; escribir en el teclado de la computadora, después de tanta práctica en el otro, me pareció lo más sencillo del mundo, y desde entonces, le estoy eternamente agradecida a esa profesora estricta, y conservo con cariño la máquina antigua que me compré para practicar en casa. No la uso, pero allí está, como un recordatorio de todo lo que se puede lograr con empeño.
Esto viene a raíz de un video que una amiga me mostró, es precioso, porque combina a esa máquina de escribir, con la música más bonita, y este genio escritor logra seguir el ritmo de la orquesta con un arte que emociona. No sé si lo han visto, pero si no es así, no tiene desperdicio, es muy lindo y en lo personal, me pone de buen humor.
