25 agosto 2014

FERIA DEL LIBRO 2014



Acabo de caer en la cuenta que pasé unos días fantásticos en la Feria Internacional del libro de mi ciudad y no he compartido nada al respecto, lo que es terrible de mi parte, pero ahora mismo lo soluciono.

Siempre espero la feria con muchas ganas, como imagino le pasará a todos los amantes de los libros. Por lo general es una oportunidad maravillosa para encontrar muchas novedades, así como clásicos y obras que en otras circunstancias resulta un poco complicado hallar. Además, es usual dar con algunas ofertas irresistibles que bien vale aprovechar. Creo que la edición de la feria de este año ha sido una de las mejores que recuerdo porque, aunque suene extraño, en otras ocasiones el libro en sí, ese maravilloso instrumento alrededor del cual debe girar todo acontecimiento como este, quedaba un poco relegado en favor de otras muestras que quizá no fueran las más pertinentes en el momento; con ello me refiero a personajes mediáticos que pululan por todas partes restando atención a lo que verdaderamente importa, pero como menciono líneas más arriba, no ha sido este el caso en esta edición, y muy feliz por ello.

Fui en dos ocasiones, una de ellas en supuesta misión de reconocimiento con el fin de ver lo que podría encontrar por allí para adquirir en una futura visita... pero no, desde luego que una vez estuve frente a todos los stands repletos de libros, la misión de reconocimiento mutó en una versión algo atarantada del Desembarco en Normandía. En serio, nadie puede culparme, ¿cierto? De modo que me hice con un botín maravilloso que me obligó a regresar a casa con los brazos atiborrados de bolsas y una sonrisa de boba maravillosa. En mi segunda visita, ya más tranquila, y el hambre lectora saciada, logré asistir a una fantástica charla de la autora estadounidense Susan Orlean que disfruté enormemente.

Pero bueno, ahora mostraré el botín, con algunos libros ya leído e incluso reseñados por estos lares, y por otros, y algunos también que esperan pacientemente por mí. Sobra decir que no los dejaré esperar por mucho.

Desde ya, mil disculpas por la calidad de las fotos; las cámaras y yo no tenemos las mejores relaciones, pero se hace lo que se puede.



De arriba a abajo y de izquierda a derecha, tenemos:

El huérfano, de Charlotte Brontë: Tengo muchas ganas de leerlo porque es uno de los primeros trabajos de esta autora, parte de la saga  Verdópolis, que desarrolló junto a su hermano Bradwell.

Sentido y sensibilidad, de Jane Austen: Y ustedes dirán, sin que les falte razón: “¿Pero no tendría Claudia ya este libro…?” Pues sí, pero no esta edición, y en verdad estaba muy rebajada, y mi otra edición necesita cuidados, no es cosa de abusar y ajar los libros… podría inventar excusas por horas.

Ethan Frome, de Edith Wharton: Compra por impulso y sentido común. Me gusta mucho el estilo de Wharton, así que cuando vi este libro no lo pensé mucho. Luego de leerlo, sé que no podría hacer tomado mejor decisión. La reseña está aquí, por cierto.

Un niño prodigio, de Irene Nemirovsky: Aquí decidí dar un salto de fe. No he leído aún a esta autora, pero forma parte del reto Escritoras Únicas y pensé que me vendría de maravilla para estrenarme con ella.

La mujer gris, de Elizabeth Gaskell: Un cuento gótico de una autora estupenda; desde luego que no podía haber pierde con él, y no lo hubo, como menciono en esta reseña.

Lady Johanna, de Julie Garwood: Romántica como soy, me di el gusto de comprar algunos títulos del género que me fueran desconocidos para así estrenarme con autoras ya consagradas y Julie Garwood es una de ellas. Leí la novela hace unos días y me gustó muchísimo; en realidad, he encontrado más interesante el tema de la mujer en una época complicada que el romance en sí, algo muy curioso.

Una condesa poco común, de Jo Beverly: Otra autora con la que me estreno, aún no lo leo. La portada me parece preciosa.

La prometida del duque, de Julia Quinn: Me gusta mucho esta autora, creo que sus libros son divertidísimos, y aunque este, ya leído, no está entre sus mejores trabajos, ha resultado muy entretenido. Reseña por aquí.

Oscar Wilde y el club de la muerte, de Gyles Brandreth: Hasta ahora, una de las joyas del botín; no imaginé que iba a gustarme tanto. La reseña se encuentra por aquí.

Al límite, de Pamela Clare: Me han hablado bien de esta autora de romance y vi este libro a tan buen precio que no dudé al llevarlo a casa; veremos si cumple con mis expectativas.

Josefina, de Bernard Chevallier: Una biografía de la amada de Napoleón Bonaparte que pinta muy, pero que muy bien. Es un personaje de la historia interesante y disfrutaré conocer algo más de sus facetas menos comentadas, lo que promete este libro.

La hija del verdugo, de Oliver Pötzsch: Recuerdo haber leído muy buenas reseñas para este libro hace un tiempo ya, y la sinopsis es interesante, así que le tengo muchísimas ganas.

El señor Todoazul: abrillantador de placas callejeras, de Monika Feth: Un libro ilustrado precioso que no pude resistir comprar; desde luego que ya fue a parar a manos de mi sobrina más querida.

Odio sostenido, de Nelson de Oliveira: Una serie de cuentos que quizá no hubiera comprado por impulso, pero el hecho de ser parte del catálogo de una editorial peruana, con las poquitas que hay y lo duro que trabajan para llevar una obra al público, bien vale darle una oportunidad.

El cielo en un infierno cabe, de Cristina López Barrio: He visto algunas reseñas para esta novela y me la recomendaron en la feria como una buena historia con un fuerte toque de Realismo mágico, así que no pude resistirme.

La evolución de Calpurnia Tate, de Jacqueline Kelly: Me di el gusto de comprarlo después de tenerlo por mucho tiempo en la lista y tanto me gustó que cuando regresé a la feria aproveché para hacerme con otro ejemplar para obsequiar a una de mis mejores amigas; es un libro precioso que debo reseñar pronto y recomendar a medio mundo.

La vida cuando era nuestra, de Marian Yzaguirre: Otro libro que he visto pululando con muy buenas reseñas, así que no lo pensé mucho al verlo y le hice un lugarcito en la biblioteca. Muero por ponerme con él.

Bueno, eso es todo. Como verán, fue un gran botín y ya he empezado a disfrutarlo. ¿Los conocen? ¿Han leído alguno? ¿Por cuál debería ir corriendo?


17 agosto 2014

LA MUJER GRIS: ELIZABETH GASKELL



En un molino-restaurante a orillas del Necker, en Alemania, el retrato de una mujer de tez y expresión enigmáticas llama la atención de un grupo de viajeros. El dueño del molino les enseña un documento que cuenta la historia de esta mujer, que la narradora se apresta a traducir. La bella hija de un molinero de Heidelberg pasa una temporada en Carlsruhe, invitada por una antigua amiga del colegio. Allí, por mediación de la pretenciosa -aunque pobre- madre de su amiga, es pretendida por un noble francés, monsieur de la Tourelle, y, con la aprobación de todos, se casa con él.



Tuve la fortuna de encontrar esta historia de Elizabeth Gaskell, y digo fortuna porque a veces no resulta sencillo dar con las obras de esta autora por aquí; de modo que cuando vi esta en la última Feria del libro de mi ciudad, no dudé en sumarla a la lista de compras. Elizabeth Gaskell es una de las grandes novelistas del siglo XIX y forma parte de un grupo de autores de aquella época que se consideran ya clásicos. Algo que me gusta mucho de su estilo es la elegante y al mismo tiempo ácida crítica social que ha sabido siempre impregnar en sus historias, sean estas novelas, como es el caso de la conocida Norte y Sur, o en relatos breves.

Aquí, en La mujer gris, si bien no abandona la sutil crítica social, no es ello lo más importante de la historia. Este es un cuento gótico, oscuro, que nos mantiene en suspenso durante sus pocas páginas, y quizá sea algo a rescatar; que en apenas cien páginas, Gaskell logre captar nuestra atención desde la primera y no nos podamos sentir en paz hasta haber conocido del todo la historia de la llamada "Mujer gris".

Una joven mujer, de paso por Alemania, acude a un molino en compañía de unas amistades y al desatarse una tormenta debe guarecerse por allí. El ambiente en la casa del molinero es encantador y confortable, pero lo que más llama la atención de la visitante es el cuadro de una hermosa mujer que resulta una lejana familiar del actual propietario. Al preguntar acerca de ella, este le da algunos alcances, pero decide entregarle una larga carta que ella escribió hace muchos años y que relata su historia. Es así como conocemos la tragedia de esta mujer de su puño y letra. Y aunque su destino pueda resultar en parte previsible por el hecho de ser ella quien a través de estas páginas relata su historia, no por ello su narración pierde ni un ápice de interés. Gracias a sus palabras sabemos quién fue, conocemos su personalidad y cómo se vio arrastrada a un matrimonio debido a su juventud y débil carácter. Conocemos el verdadero rostro de su marido, los terribles secretos que esconde y su desesperada huida del horror...

La mujer gris es una historia corta, atrapante, que te mantiene en vilo y con deseos de saber qué es lo que sucede a continuación sin parar hasta conocer el final, que es perfecto. Muy recomendable. 

11 agosto 2014

OSCAR WILDE Y EL CLUB DE LA MUERTE: GYLES BRANDRETH



En mayo de 1892, Oscar Wilde ya es toda una celebridad, famoso por sus fiestas y sus ocurrencias. Pero ni él mismo podría haber adivinado lo que provocaría cuando, en una reunión del club Sócrates, propone jugar al «Asesinato». Cada uno de sus invitados debe escribir en un papel el nombre de la persona a la que desearían matar. Sólo se trata de un juego, una broma macabra, por supuesto… Pero pocas horas más tarde, las catorce «víctimas» escogidas empiezan a morir, una tras otra…

Wilde no tarda en deducir que el asesino es uno de los miembros del club y, con la ayuda de sus fieles amigos Robert Sherard y Arthur Conan Doyle, deberá detenerlo si no quiere convertirse él mismo en la próxima víctima.

Desde los fastuosos salones de los selectos clubes londinenses hasta los sórdidos confines del ring de boxeo y el engañoso universo del teatro, Oscar Wilde y el club de la muerte nos ofrece una fascinante historia de pasiones, engaños y homicidios en medio de la doble moral de la sociedad victoriana.

Hotel Cadogan, donde se reunía el Club Sócrates


Creo que resulta imposible leer semejante sinopsis y no sentirse irremediablemente atraído por ella, ¿no? La premisa, para un admirador de Wilde, de las historias policíacas, e incluso de Conan Doyle, no puede ser menos que prometedora. Desde luego, mal ejecutada resulta también la receta perfecta para el desastre. Afortunadamente, estamos ante una promesa cumplida, un libro redondo y ejecutado a la perfección que entrega aún más de lo esperado.

No sabía nada acerca de esta serie escrita por Gyles Brandreth llamada, con muy buen tino, Los misterios de Oscar Wilde. Hasta donde he podido averiguar, la serie se compone de cinco libros, y el que tuve la suerte de encontrar es el segundo de ellos. Oscar Wilde y el club de la muerte nos sitúa en el Londres victoriano de 1892, cuando la fama y reputación de Wilde están en todo su apogeo; acaba de estrenar El abanico de Lady Windermere y toda la sociedad londinense lo ama. Bueno, algunos no lo toleran, ocurre aún en la actualidad, pero seguro que eso a él le fascinaba. 

Robert Sherard


El autor nos ubica en la historia de forma  perfecta, parece estar del todo familiarizado con la época y el entorno de Oscar Wilde en aquellos tiempos, así como con los personajes más interesantes. Esto quizá no sea del todo extraño porque, según su biografía, Gyles Brandreth se ha dedicado a estudiar a profundidad la sociedad victoriana. 

La historia es narrada en primera persona por Robert Sherard, amigo personal y biógrafo oficial de Oscar Wilde, quizá una de las personas en las que más confiaba y quien lo conoció a profundidad. Sherard nos cuenta cómo Oscar, aburrido de no tener nada interesante que hacer los domingos, decide crear el Club Sócrates, compuesto por él y unos cuantos de sus amigos más cercanos con el fin de compartir una cena y formar parte de los excéntricos juegos que organiza. El último de estos, sin embargo, trae ciertas consecuencias que se les escapan de las manos, ya que no podía imaginar que al invitar a sus compañeros para que citaran los nombres de las personas a las que con gusto asesinarían, estas muertes se irían concretando una a una, sin que nadie pudiera dar razón del culpable. Aún peor, el nombre de Oscar Wilde fue uno de los que surgieron aquella noche, así como el de su adorada esposa Constance, de modo que el misterio debe ser resuelto o ambos podrían terminar engrosando la lista de los asesinados.

Sir Arthur Conan Doyle


En verdad es una delicia sumergirse en este misterio de la mano de Sherard y ver a través de sus ojos la vida cotidiana de un hombre tan complejo como Wilde, así como la de las personas que le rodean. En este libro en particular podemos saber acerca de su relación con su esposa Constance, sus hijos, Lord Alfred Douglas "Bosie", el amante que le trajo tantos problemas y que sería al final su perdición, así como conocer también a sus amigos más queridos, como Sherard, Bram Stoker,  y el gran Arthur Conan Doyle, que en esta época pasaba precisamente por la crisis resultante de haber decidido "asesinar" a su creación, el conocido Sherlock Holmes. Vale decir que este ha sido precisamente mi personaje favorito, será que encuentro fascinante todo lo relacionado con Conan Doyle y su vida más allá de los libros. 

El autor nos presenta también una sutil crítica social para la sociedad victoriana de la época, develando su hipocresía y prejuicios con un tono mordaz muy propio de Wilde, a quien he visto maravillosamente retratado aquí. Al final del libro, con el misterio resuelto y las ganas de buscar los otros títulos de la serie, no he podido contener el deseo de buscar información acerca de él y los personajes mencionados en la obra a fin de saber un poco más acerca de ellos y descubrir qué tanto es verdad y cuántas licencias se ha tomado el autor. Respecto a ello, es bueno señalar que uno de los nietos de Wilde fue el encargado de revisar la obra. 

Definitivamente un libro muy recomendable. 



"Amarse a sí mismo es el comienzo de un idilio que durará toda la vida."

03 agosto 2014

LA INQUILINA DE WILDFELL HALL: ANNE BRONTË



Tras muchos años de abandono, la destartalada y ruinosa mansión de Wildfell Hall es habitada de nuevo por una misteriosa mujer y su hijo de corta edad. La nueva inquilina -una viuda, al parecer- no tarda, con su carácter retraído y poco sociable, sus opiniones a menudo radicales y su extraña triste belleza, en atraerse las sospechas de la vecindad, y a la vez la rendida admiración de un joven e impetuoso agricultor. Pero la mujer tiene, en efecto un pasado... más terrible y tortuoso si cabe de lo que la peor de las murmuraciones es capaz de adivinar.




Cuánto talento en una sola familia... Es lo primero que me viene a la mente cuando pienso en las hermanas Brontë (y no menciono a Branwell porque si bien sé que fue brillante, en realidad conozco poco de su obra). Charlotte y su inmortal Jane Eyre; Emily y la poderosa Cumbres Borrascosas. Y Anne, la más joven, quizá de la que menos se sabe, que nos legó dos novelas extraordinarias, ambas ya clásicos de la literatura, Agnes Grey y La inquilina de Wildfell Hall.

Algo que se menciona con frecuencia respecto a la escritura de las hermanas Brontë, es que parecían imprimir sus propias experiencias en sus creaciones y no es de extrañar, porque pese a gozar de vidas muy breves y marcadas por la tragedia, tenían un mundo interior único, el mismo que compartían con emoción. Es conocido que las hermanas escribieron y publicaron poemas con seudónimos, los mismos que en su momento no fueron  muy bien recibidos, pero ello no les afectó ya que siguieron con sus proyectos personales.

En el caso de Anne, al leer acerca de su historia, muy corta ya que falleció antes de los treinta años, es muy sencillo darse cuenta de que volcó sus experiencias en sus obras. Debido a que en casa no tenían una situación financiera  estable, debió emplearse muy joven de institutriz con algunas amargas experiencias que la inspiraron a escribir Agnes Grey. Algo similar ocurrió con La inquilina de Wildfell Hall, ya que el tema central de la obra es la forma en que esa atroz enfermedad que es el alcoholismo puede afectar a quien la padece y a quienes le rodean. Es conocido que Branwell, su adorado hermano, aunque brillante, se mostró siempre débil y de carácter impredecible, con una abierta inclinación a la bebida y el opio, que se agravó luego de una decepción amorosa.







“Es doloroso dudar de la sinceridad de las personas a las que amamos, pero, después de tantas pruebas de falsedad y de indiferencia tan absoluta por los principios, ¿cómo puedo creer en una historia tan improbable?”











La inquilina de Wildfell Hall fue una obra que golpeó bastante a la sociedad de su época; incluso Charlotte la criticó, por considerarla "poco apropiada" como literatura femenina al tratar un tema tan delicado y que entonces apenas se mencionaba, por tangible que fuera, tal y como ocurre en la actualidad. Pero Anne mostró un coraje extraordinario al retratar con tanta crudeza y entereza la vida de Helen, esa mujer que se presenta como una joven viuda al lado de su pequeño hijo y ocupa la abandonada Wildfell Hall, con la esperanza de construir una vida serena para el niño. La novela es epistolar, en tres partes, dos de ellas narradas por el joven Gilbert Markham, el honesto granjero que se muestra fascinado por la extraña y enigmática inquilina de la propiedad vecina, y la otra nos es presentada por la misma Helen, que en sus cartas nos da a conocer el infierno en vida que le tocó vivir.

Es imposible no sentir una profunda impresión al conocer la historia de Helen, por muchos motivos. Aunque puede resultar impresionante que una mujer joven decidiera casarse con un hombre como Arthur, el que sería su marido, pese a conocer sus muchos defectos, con la esperanza de que su amor le cambiaría, una idea ingenua, no deja de inspirar también  mucha admiración. Helen es una mujer tan creyente, de una religiosidad a rajatabla y tan aferrada a sus principios y lo que considera una conducta honesta, que conmueve. Es más, queda claro que de no haber sido por el espanto que le provocaba la posibilidad de que su niño creciera con el ejemplo del padre, se hubiera quedado a su lado sin chistar. Quizá vistos desde fuera, y desde la comodidad que da el tiempo y la distancia, sus actos nos resulten un poco exagerados, pero es importante ubicarse en la época y las circunstancias para apreciarlos en su justa medida.






"A los hombres idiotas y a los réprobos nunca les faltarán compañeras mientras haya tantas mujeres que los igualen; pero tú sigue mi consejo"












Este es un retrato crudo, sin florituras ni detalles a fin de endulzar las más difíciles situaciones que una mujer de aquel tiempo vivió y que comparte sin presentarse como una víctima o lamentarse de su destino. Por medio de la pluma ágil y honesta de Anne Brontë conocemos la historia de una increíble mujer, toda fortaleza y entereza, a quien no se puede menos que respetar y a quien le deseamos, durante todo el tiempo que le acompañamos en su historia, el final feliz que merece, o tan feliz como puede ser para quien conoce de tantos horrores tan pronto. 

En estos tiempos, en el que el rol de la mujer, el respeto por sí misma, y el valor que hace falta para denunciar los abusos y aún más, rebelarse ante ellos, está tan en el tapete, vale mucho la pena darle una mirada a este clásico de la literatura. Si Anne Brontë lo tenía tan claro en la difícil época que le tocó vivir, no podemos ser menos.