Adoro la Navidad.
No es una confesión, señalo un hecho, y no, no teman, no soy de esas personas que van por allí cantando villancicos a voz en cuello (solo los tarareo y muy de vez en cuando), o deseándole felices fiestas a todo el mundo (esto lo hago cuando me encuentro con personas particularmente amables). Es solo que me encanta el ambiente, me gusta el que las personas estén más predispuestas a hacer cosas buenas, que se respire un aire de esperanza. Y sí, estoy de acuerdo en que es una verdadera lástima que no disfrutemos de hechos como estos todo el año, pero ¿acaso no deberíamos disfrutar de ellos cuando ocurren? En la actualidad son tan escasos... Recuerdo que cuando era una niña, si bien me gustaba la época, claro, no la disfrutaba como lo hago en la actualidad, y creo que en gran medida se debe a que ahora comprendo de mejor forma su significado. Ahora sé qué celebramos, pero sobre todo sé qué es lo más importante, y eso es dar. A la larga, la Navidad se trata de dar, y aunque me gustaría seguir el consejo de la Madre Teresa y "dar hasta que duela", es bueno eso de procurar hacer tanto como esté en nuestras manos y compartir un poco de alegría, aún con nuestras limitaciones.
Como verán, gracias al tutorial de Ludymilla, he conseguido hacer "nevar" en el blog, lo que me encanta, porque le da un aire muy festivo. Y quiero también contarles acerca de uno de mis libros favoritos, ese que intento obsequiar siempre que puedo y del que creo todos deben haber oído hablar.
Conocí la historia de Cuento de Navidad, de Charles Dickens, gracias a una película hecha para la televisión protagonizada por un estupendo Patrick Stewart, y quedé tan impresionada por la historia que busqué el libro; desde entonces, lo leo al menos una vez al año, por esta época.
Cuento de Navidad es una historia entrañable por un autor
universal, Charles Dickens, que condena la avaricia y ensalza las más sencillas
virtudes hogareñas.
Publicada a mediados del siglo XIX, se narra la historia del avaro Mr. Scrooge, a
quien durante una gélida Nochebuena, solo en su casa, se le aparecerán en una
noche tres espíritus, que representan su pasado, su presente y su futuro. Tras
esta visita y tras visionar la soledad y la muerte que le aguardan, debido a
que no tiene amigos ni familia y que se ha encerrado en su mundo de avaricia,
Mr. Scrooge cambiará su modo de ver la vida. A través de los sueños que le
sobresaltan, Dickens sabe evocar todas las nostalgias de la Navidad. Y muestra
que el principal calor de estos días nace del cariño en los hogares; manipula
con genio el escalofrío y la risa para ofrecer una mezcla deliciosa de fábula
navideña, cuento de miedo y sátira de costumbres.
Cuesta mucho hacer una reseña de un libro como este, uno que es tan cercano y conocido. Puedo decir que pocas historias capturan el espíritu humano como lo hace esta, que aquí Dickens da una clase maestra de narración, con su fantástica descripción de los lugares en los que transcurre la historia y poniendo un énfasis especial en los personajes hasta hacerlos sentir casi familiares. Imposible no indignarse con el avaro y egoísta Scrooge, sentir afecto inmediato por el alegre Fred y amar a rabiar al buen Cratchit y su familia.
En gran medida, Cuento de Navidad puede verse como una crítica a la Inglaterra del tiempo de Dickens, cuando la pobreza y las condiciones de vida y trabajo eran espantosas para los más humildes, en especial, los niños, un tema recurrente en la obra de este autor.
Creo que se pueden rescatar muchas cosas de este libro, pero si hay algo que aprecio en lo personal, es ese mensaje de que siempre hay una segunda oportunidad, que de alguna u otra forma podemos corregir nuestros errores y ser mejores personas. Tal vez Scrooge necesitó que se le aparecieran tres espíritus y le llevaran de viaje por su pasado, presente y futuro, pero no creo que a todos nos haga falta. Si puedes detenerte un momento para mirar atrás y analizar tus actos, si eres capaz de darte cuenta de lo que está mal y bien y lo que puedes hacer mejor, pues allí está esa segunda oportunidad también para nosotros; es cosa de saberla reconocer.
El Scrooge del final del libro es la imagen de lo que es la esencia de la Navidad: generosidad, alegría, compasión, caridad, esperanza.... Creo haber leído en algún lugar que Dickens "revivió" la Navidad en el Reino Unido con este libro, y es maravilloso pensar que su obra sigue viva y continúa despertando el espíritu navideño alrededor del mundo.