Reflexionando en este post, me preguntaba realmente qué sentimientos despierta en mí el inicio de la primavera. Una idea que hizo que decenas de recuerdos relacionados con esta época pasaran por mi mente.
Desfiles de la escuela, la selección de la omnipresente Reina de la primavera del salón, los intercambios de regalos, la preparación del festival en el que pasábamos una tarde con nuestras respectivas familias en medio de juegos y venta de viandas para recolectar fondos y financiar nuestro viaje de promoción…
Sí, son muchos recuerdos, muchas cosas que vienen a mi cabeza, y puedo decir con honestidad que me gusta la primavera, lo cual no deja de ser un poco extraño.
Es raro porque marca el inicio del fin del invierno, de lejos mi estación favorita; se inician los días de sol que me obligan a embadurnarme en bloqueador para evitar una insolación, ya que al parecer el bronceado está negado para mí; la gente se vuelve más ruidosa, cuando yo prefiero el silencio…
No lo sé, pero la primavera tiene algo que me llena el corazón de una calidez que encuentro muy agradable, muy real. Puedo sentarme en un banco en el malecón mirando el mar, ignorando los rayos de sol que caen sobre mi rostro sin que me molesten, y ver a los niños correr y saltar, y siento cómo me inunda una paz deliciosa.
Será que de alguna manera comprendo que todo ha empezado de nuevo. Siempre lo he visto así: primavera, verano, otoño e invierno. Y cada día marcado por el calendario como el inicio de la primavera siento que el ciclo se renueva y que tengo suerte de estar aquí. Suerte de este sol, a veces esquivo, de saber que nunca dejaré de verme a mí misma como una joven que celebra su día y que me lanzaré como una loca a comprar tarjetas y chocolates para repartirlos entre mis amigos, deseándoles un feliz día de la amistad.
Como decía, algo tiene la primavera que derrumba todas mis defensas y reparos, dejándome presta a recibirla y celebrarla. Por lo tanto, no tengo menos que decir:
¡Feliz día de la primavera, de la Juventud y la Amistad!