27 diciembre 2015

¡MUDANZA!



¡Hola! ¿Hay alguien por allí? No sé por qué he tardado tanto en hacer esta entrada, solo puedo disculparme por ser un poco negligente y tremendamente olvidadiza. Recibí un comentario hace unos días que me recordó esta dejadez y aquí me tienen.

Quienes visiten este blog o acostumbran hacerlo, habrán notado que he pasado meses sin subir una nueva entrada, el pobre luce un poco abandonado, pero como saben muchos, lo que ocurre es que últimamente subo todas mis actualizaciones en mi otro blog por una razón muy sencilla. Mantener dos blogs con actualizaciones más o menos periódicas es muy difícil; hacerlo con uno en realidad ya es complicado, como sabrán muchos; requiere tiempo y compromiso, de allí que me decantara por volcar toda esa energía a Entre letras... Motivos hay muchos, quizá los más importantes son que desde un inicio lo concebí como un espacio no solo para compartir mis lecturas (que al fin de cuentas es el motivo primordial de su existencia), sino también todo lo relacionado con otro tema que me apasiona mucho, como es la escritura.



De modo que el bajo ritmo de actualizaciones continuará así por aquí hasta que en algún momento, espero, me sienta lista quizá para cerrarlo y decir adiós, lo que posiblemente no ocurra nunca, todo hay que decirlo. En tanto, les agradezco mucho a quienes pasan por el otro blog y ya se han convertido en visitas habituales y muy queridas y les invito a quienes no, a que pasen por allí sí gustan porque tengo siempre mucho qué compartir. El ritmo lector no ha decrecido, no se preocupen, por el contrario, así que será un placer contar con ustedes. Este enlace los llevará e esos pagos. 

Aprovecho la entrada para desearles a todos quienes pasen por aquí unas muy, muy felices fiestas y  un nuevo año maravilloso en todo sentido. 



30 agosto 2015

LA LLORONA: MARCELA SERRANO



La leyenda cuenta que la Llorona es el espectro de una madre que deambula por los caminos llamando a los hijos que asesinó. La protagonista de la novela llora sin lágrimas a su hija, a la que perdió a los pocos días de nacer. ¿Qué ocurrió realmente en ese hospital con su pequeña? Unida a otras mujeres en su misma situación, alzará su voz buscando respuestas.



Leí hace un tiempo El albergue de las mujeres tristes, otra novela de Marcela Serrano y, tal y como comenté en su momento cuando hice una reseña para él, no terminé de conectar con el estilo de la autora o, mejor dicho, con lo que quiso transmitir en esa obra; pero aún así hubo puntos que me gustaron y me prometí que cuando  fuera posible iría por algún otro título suyo. Hace unas semanas encontré La Llorona en la última feria del libro de mi ciudad; estaba a un precio excelente, la sinopsis era muy atractiva y al ser bastante breve me dije que me vendría muy bien. Ya terminado puedo decir que escogerlo fue todo un acierto. Cuando pasé por mi cuenta de Gooddreads para dejar un comentario, ya que estoy intentando establecer cierto orden en mis lecturas, escribí lo siguiente:

Un libro hermoso y desgarrador que me ha dejado con sentimientos encontrados; el final me ha parecido tan triste, y en cierta medida injusto, pero esa es una de las cosas que deja muy en claro la autora a lo largo de esta breve historia: la vida no es justa. Aún así, se cuela un aire de esperanza que se mantiene tan firme como la voluntad de la protagonista. Me ha gustado, sin duda, mucho más de lo que esperaba.

Ahora me gustaría decir alguna cosa más, no mucho porque al ser un libro tan pequeño hay muchas posibilidades de caer en los temidos spoilers. 









“Si mucho te contentas con el orden, se dice, te vas convirtiendo en piedra.” 










La vida de la protagonista, esa mujer del campo tan sufrida y que se enfrenta a un horror tan grande, es impresionante. Marcela Serrano ha retratado a una mujer como muchas otras en todos los rincones del mundo, aquellas que han tenido que luchar desde que tienen memoria para salir adelante. Nuestra protagonista es una hija de las zonas más pobres de su tierra, una donde la educación es considerada un lujo y donde la vida parece pautada desde el  nacimiento de acuerdo a los recursos y la fuerza de las costumbres milenarias. Pero esa mujer de la que Serrano nos habla se ve de pronto en un punto de quiebre; pierde a su hija y ello cambia toda su perspectiva. En primer lugar porque le dicen que murió poco después de nacer sin permitirle ver el cuerpo y tanto su instinto como la lógica le dicen que le están mintiendo, y en segunda porque al decidir enfrentar lo que considera una farsa y encontrar a su bebé, le da la espalda al orden establecido. Toma contacto con una abogada que decide primero ayudarla en su lucha y luego ella misma se convierte en la voz de muchas otras, formando una poderosa organización de mujeres que, como ella, han perdido mucho y no están dispuestas a seguir callando.

La historia está narrada en primera persona, da grandes saltos, y vemos pasar la vida de la protagonista frente a nuestros ojos; algunas cosas nos llenarán de orgullo e ilusión, otras borrarán esos sentimientos de un porrazo ante la crueldad de la vida, para luego volver a aferrarnos a la esperanza, por pequeñita y efímera que pueda parecer. 

Recomiendo mucho esta historia tan sensible y realista, tanto para quienes disfrutan de este tipo de obras, como para quienes conocer la obra de Marcela Serrano. 

21 julio 2015

CHARLOTTE: DAVID FOENKINOS



Charlotte Salomon, pintora alemana de origen judío, deja Berlín tras una infancia marcada por una tragedia familiar y una relación amorosa que dejará en ella una huella definitiva, y pone rumbo a Francia huyendo de los nazis. En el sur de Francia le esperan sus abuelos, quienes custodian un secreto que Charlotte no puede conocer. Allí comienza a componer su fascinante autobiografía a través de una obra única. Al saberse en peligro confía sus cuadros a su médico a quien confiesa: «Es toda mi vida». Charlotte muere a los veintiséis años en Auschwitz, lejos de su gran amor.


Su historia es la historia de un destino trágico. ”Charlotte” es la búsqueda de un escritor fascinado por una artista y es una novela que, como la obra de Charlotte Salomon, inventa una nueva forma de arte. La novela ha sido galardonada con los Premios Goncourt des Lycéens 2014 y el prestigioso Renaudot.



Hay libros que marcan, que te dejan en un estado de desconcierto y dolor que no sabes cómo manejar y que pasada la resaca de la lectura te das cuenta que ha pasado a formar parte de ti y que, si sabes escuchar, sus páginas harán de ti, sino una mejor persona, al menos una que puede verse a sí misma con mayor indulgencia y cariño. Charlotte, para mí, es uno de ellos. No podía creerlo cuando di con este libro, pensé que sería difícil de conseguir y en realidad prácticamente se presentó ante mí; quiero pensar que estábamos destinados. 

David Foenkinos reconoce que escribió este libro llevado por la obsesión que le produjo la figura de Charlotte Salomon desde que supo de ella gracias a una exposición de su obra; cuenta que se quedó literalmente sin palabras frente a esas pinturas tan complejas, que parecían gritar tantas cosas. De modo que se volcó a recoger los pasos de esta artista, quería saber más de ella, conocer sus motivaciones, esa vida trágica que le tocó en suerte y que ella decidió abrazar tanto como le fue posible.

Charlotte Salomon era una superdotada, tenía un temperamento muy particular heredado, quizá, de esas mujeres de su familia, aquellas que escondían  mundos interiores tremendamente complejos, casi infiernos en vida en la medida en que permitían que la desgracia y la depresión les afectara a este grado. Fue el caso de su tía, la hermana de su madre de quien hereda el nombre, una mujer que se suicidó lanzándose de una ventana de su casa con solo dieciocho años, hecho que marcó profundamente a la madre de Charlotte, que nunca pudo recuperarse de este trauma; adoraba a su hermana y no hubo forma de volver a ser ella misma. Esta mujer hizo lo posible por llevar una vida normal, se hizo enfermera, conoció a un médico entregado a su profesión y se casó con él, teniendo luego a Charlotte, pero la depresión fue una constante en su vida hasta que se suicida dejando a su hija muy pequeña; a ella, por cierto, le hicieron creer que su madre había muerto de una enfermedad, no supo la verdad hasta varios años más tarde, y esto la marcó de forma terrible.







"Mientras la guerra continuaba, me senté junto al mar y vi la profundidad del corazón de la humanidad"








Charlotte formaba parte de una familia bastante acomodada, con cierto prestigio en Alemania, pero eran también judíos, y cuando la amenaza Nazi se sumió sobre el país, no hubo manera de permanecer a salvo. Pese a ello, cuando su padre contrajo segundas nupcias con una famosa cantante, Charlotte conoció el mundo del arte y empezó a encontrar en la pintura el escape para su difícil vida; se enamoró locamente del maestro de canto de su madrastra, Alfred, un hombre que la alentó a desarrollar su talento, al grado que consiguió entrar a la escuela de Bellas Artes de Berlín pese a que en aquella época era casi imposible para un judío el conseguir un cupo. Sin embargo, el horror de la guerra y el fanatismo avanzaba, al grado que debió dejar la escuela y seguir a sus abuelos maternos en su refugio en Francia. 

En determinado momento, debido al suicidio de su abuela y al conocimiento de la verdadera causa de la muerte de su madre, Charlotte se vio frente a un punto de quiebre en su vida; dejarse arrastrar por esa pasión y dolor que le corroían el alma y renunciar a su vida, o entregarse al arte y buscar en él la salvación. Optó  por lo segundo y, con un ritmo impresionante, tal vez presintiendo lo cerca que tenía ya a la muerte, creó su gran obra "¿Vida o teatro?" / "Leaben oder Thether?: Ein Singspiel", una serie de pinturas autobiográficas que no solo constan de pinturas en realidad, sino también de texto, poesía, conversaciones interiores y referencias musicales. Tal y como le dijo al Dr. Moridis, quien se convirtió en guardián de su obra al confiársela: "Mantenlo seguro, es toda mi vida".

Foenkinos escogió un estilo de narración curioso y original para narrar la historia de Charlotte; frases cortas que culminan en un punto y aparte, lo que le dan un aire casi poético, muy real. Según él, era la única forma de contar una vida tan trágica, poner un punto para recuperar el aliento y seguir con la historia. Si bien los libros con este tipo de narración pueden ser un poco desconcertantes, por así decir, no cuesta nada verse envuelto por el estilo y sentirse parte de la vida de Charlotte. Aunque la guerra y sus consecuencias ocupan un lugar importante de la obra y no se endulzan las cosas, sino que se habla de ellos con objetividad y sin adornos, este no es un libro acerca del horror y la muerte, sino de la vida. Es la historia de una mujer extraordinaria que pudo rendirse al dolor, nadie la habría culpado, motivos no le faltaban, pero escogió abrazar su desgracia y desnudar su corazón, viviendo quizá por esas muchas mujeres de su familia que no pudieron continuar; Charlotte es un canto de esperanza realista que recomiendo de todo corazón.









"Viviré por todas ellas”

05 julio 2015

EL AMANTE JAPONÉS: ISABEL ALLENDE



La historia de amor entre la joven Alma Velasco y el jardinero japonés Ichimei conduce al lector por un recorrido a través de diversos escenarios que van desde la Polonia de la Segunda Guerra Mundial hasta el San Francisco de nuestros días. «A los veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichimei y Alma se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno.



Cuando me preguntan por mis autores favoritos me veo en un verdadero problema porque son muchos los que me gustan, pero hay dos nombres que tengo siempre muy presentes y que son en cierta medida también referentes para mí; Jane Austen e Isabel Allende. Mi afecto y respeto por la primera no es sorpresa, los menciono con frecuencia, y creo que lo mismo me ocurre con Isabel, con la diferencia de que al ser una escritora contemporánea y que continúa escribiendo de forma bastante prolífica, por cierto, se da con frecuencia el hecho de que no siempre me gusta todo lo que publica. He leído toda su obra  y creo que fue a partir de Inés del alma mía que no logré enganchar con ninguna de sus obras de la forma en que me ocurrió con las primeras, en particular con La casa de los espíritus. El año pasado publicó El juego del Ripper, un experimento, como ella misma lo llamó, con la novela policial y en cierta medida juvenil, y aunque lo disfruté más de lo esperado, continué echando de menos a esa Isabel que tanto me gusta. Con El amante japonés, su último libro, sin embargo, tenía un buen presentimiento, y me alegra haber acertado; siento que la autora ha vuelto a sus raíces.



En esta novela nos presenta la historia de varios personajes, aunque se enfoca en dos o tres de ellos de forma específica, poniendo énfasis en los femeninos, que me parece son los que mejor logra plasmar en el papel. Alma Belasco, talentosa artista y matriarca de una acaudalada familia de San Franciso decide un día dejar su opulenta vida y retirarse a una residencia para ancianos llamada Lark House, donde conserva parte de su independencia, pero se ve al mismo tiempo formando parte de esta suerte de colmena habitada por diversos personajes, uno de ellos quien se convertirá en una amiga, compañera y asistente, Irina Bazili, una joven de veintitrés años, dueña a su vez de un pasado complejo que la atormenta.

Es a partir del encuentro de estos personajes y gracias a la confianza que  nace entre ambas mujeres que conoceremos la poderosa y conmovedora historia de amor entre Alma y el que fuera hijo del jardinero de su hogar en San Francisco, Ichimei Fukuda. La autora nos narra el nacimiento de esta relación muy a su estilo, partiendo de una bien cimentada amistad de dos almas afines al descubrimiento del amor romántico en medio de difíciles circunstancias. Hay muchos obstáculos para que este amor llegue a buen puerto; los prejuicios raciales de la época, la diferencia social que Alma considera más de lo que debería, pero sobre todo el horror de la guerra en Europa, el papel de Japón en la misma y como la postura de esta nación afectó a sus ciudadanos radicados en Estados Unidos, país que tomó decisiones vergonzosas y deplorables para con estos inocentes. 



Si bien me ha encantado la historia de amor de Alma e Ichi, ese aire de inmortalidad que la rodea, lo inevitable de su destino, sin duda lo que más he disfrutado de la historia ha sido lo maravillosamente delineados que están todos los personajes, tan vivos que casi puedes sentirlos a través del papel. Nadie es perfecto, todos tienen secretos, cometen equivocaciones y pagan por ellas, pero es precisamente eso lo que los hace más humanos y creíbles. He odiado algunos de los actos de Alma, la he compadecido y he deseado acompañarla en su camino, así como he sentido un cariño infinito por Irina, ese personaje un poco oscuro y a la sombra que va conociendo la luz gracias a esa anciana que se mete en su vida sin pedir permiso y que lleva con ella a sus recuerdos y otras cosas que ayudan a esta chica a desterrar a sus demonios.

Los hechos del pasado son narrados de forma precisa y muy bien ambientados de acuerdo a la época, sin adornar las penas ni las difíciles circunstancias que debieron vivir o mejor dicho sobrevivir Ichi y su familia, así como muchos otros de sus compatriotas. 

Sin duda, un libro precioso y un reencuentro con una autora excelente que nos recuerda que jamás se fue, simplemente estaba tomando un segundo aire y ha retomado la senda de la mejor forma posible. Estoy ansiosa por leer su próxima historia.