Seguro que no se han olvidado de la Fiesta Virtual de Marcela, del Blog Colorín Colorado. Bueno, igual nunca está de más refrescar la memoria, que con tantas cosas que hacer, a uno se le puede pasar.
Y de "hacer" justamente va la cosa. La tarea era sencillamente dedicar estos días que pasaron para llevar a cabo alguna tarea o deseo, de muchos esos que hay, que por un motivo u otro vamos aplazando. Lo que fuera, arreglar la casa, ir al médico, terminar alguna manualidad, un libro, opciones había por montones.
¿Qué escogí yo? Ah, bueno, estuvo un poco difícil, no porque no tuviera muchos pendientes, sino porque no me decidía a cuál atacar. Al final, opté por algo que me salió al paso justamente cuando leí la entrada de Marcela, de modo que si eso no es destino, no sé qué es.
Les he contado alguna vez que me encanta la repostería y todas esas cosas relacionadas con la cocina. En lo posible, practico en casa cocinando para la familia, pero no es lo mismo que aprender de los maestros, y conocer todos esos truquitos que no vienen en las recetas.
De modo que decidí inscribirme en un curso de Panadería y Pastelería, que así se llama, porque no llegué al de respostería común, y este es más complicado y demanda más tiempo, pero también aprendes cosas un poquito más elaboradas. Son un par de clases a la semana nada más, pero estoy muy contenta de haberme decidido a tomar el curso. La profesora es medio gruñona, pero un amor, y he hecho buenas amistades.
Pero a lo nuestro, vamos, que con hablar no basta. Me hubiera gustado tomarle fotos a todo lo que he hecho, pero les soy honesta, y reconozco que con la familia y yo no damos tiempo, casi todo sale volando en un dos por tres, pero me las he ingeniado para hacer algunas tomas.
¿Se acuerdan de la entrada referente al Señor de los Milagros? Más de uno me preguntó acerca del turrón de Doña Pepa, el postre criollo ese tan conocido y con buena pinta. Pues fue uno de los primeros que aprendí a hacer, y créanme que mi respeto por los panedores se ha ido hasta la estratósfera, no es nada sencillo pero si muy satisfactorio.
Que primero hacer la miel, y luego los palillos de masa.
¿Y cuando lo unes y decoras qué sale? Pues una cosa así.
Y como decía, el pobre turrón voló, lo mismo que las otras cosas que he ido aprendiendo, como varios tipos de pan de diario, y la buenísima pizza, de la que lamento no tener ni una pobre foto; lo siento, no me dieron tiempo, fue imposible, debo aprender a controlar a mi familia.
El curso sigue hasta Diciembre y espero ansiosa aprender algunas cosas más, que no sólo gustan en casa sino que son parte de las tradiciones navideñas, como son el Panetón, que creo en otros países también se le conoce como Pan dulce, lo malo es que nosotros lo adaptamos todo a nuestra habla, y una no sabe qué está diciendo, pero dejo foto para que se hagan una idea.
Sin olvidar la clásica Rosca de Reyes, que me parece es más conocida.
Así que en esas ando, entre masas, cocinas, y todas esas cosas. Les diré que es mucho más relajante de lo que hubiera imaiginado, eso de llegar apurada del trabajo diario y ponerte a mezclar, amasar, bromear un poco también, porque no sólo de pan vive el hombre, y hasta en lo que leva la masa me da tiempo de escribir un poco, es cosa de acomodarse y esconder la libreta de la profesora. Me han dicho también que a fin de año habrá una exhibición y desde ya me muero de la pena de tener que ir pan en mano frente a un montón de extraños, pero supongo que en su momento lo asumiré y seguro le encuentro lo divertido.
Bueno, pues ese ha sido y continúa siendo mi proyecto de la Fiesta, y le agradezco muchísimo a Marcela por esta genial idea, que si no fuera por ella, seguro no me animaba a inscribirme y como cada año, habría dicho que para el siguiente.
Y nada más desde este rincón por hoy, disfruten su Halloween, o Día de la canción criolla si hay peruanos por allí, o aún mejor, disfrútenlos ambos.