Antes de pasar a la reseña de este gran libro, quiero agradecer a quienes me ayudaron para salvar mi cuenta de Google, y por ende, mis blogs, de desaparecer, aunque los pobres estuvieron en el limbo buena parte del día de ayer, pero como pueden ver, ya todo ha vuelto a la normalidad. Gracias a los amigos bloggers de Facebook que me calmaron, aconsejaron, y ayudaron, y en especial a la querida Ana, que me lanzó un cable cibernético muy especial. De modo que aquí seguimos, dando guerra, y hoy, con una reseña muy especial.
La fantasía no es precisamente mi género favorito, aunque tengo una lista de excepciones, pero cuando un libro me enamora, me enamora, y no importa a qué género pertenezca, quién lo escribió o de dónde salió; lo amo y no le doy más vueltas. Esto me ha pasado con El hogar de miss Peregrine para niños peculiares, de Ransom Riggs.
La sinopsis del libro es la siguiente:
"De niño, Jacob creó un vínculo muy especial con su abuelo, que le contaba extrañas historias y le enseñaba fotografías de niñas levitando y niños invisibles. Ahora, siguiendo la pista de una misteriosa carta, emprende un viaje hacia la isla remota de Gales en la que su abuelo se crió. Allí, encuentra vivos a los niños y niñas de las fotografías, aunque los lugareños afirmen que murieron hacen muchos años".
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Ocurre algo mágico cuando empezamos un libro, sin saber muy bien con qué nos encontraremos, y nos vemos envueltos en una historia tan profunda, en la que fantasía y realidad corren de la mano y nos llevan por un mundo especial, uno que es el nuestro y al mismo tiempo no.
Jacob, el personaje principal, al que acompañamos en sus aventuras, es un adolescente que se presenta como cualquier otro; inseguro, un poco rebelde, confundido acerca de cuál es su lugar en el mundo, como nos hemos sentido todos alguna vez, pero sobre todo, muy especial. Y a mis ojos es especial porque tiene el corazón lo bastante abierto para creer las extrañas historias que su abuelo, un superviviente del Holocausto, le narra desde que es un niño. Cierto que duda, es natural, ¿acaso no todos lo hacemos según crecemos? Las historias que oímos de pequeños pierden un poco de magia cuando nos hacemos adultos, sí, pero guardamos buenos recuerdos de lo que sentimos cuando las descubrimos por primera vez, y eso es algo que pasa con Jacob.
Llega un momento en que simplemente deja de creer en las historias de su abuelo, porque crece, y la idea de esos viejos amigos de la infancia de las que él le habla, de niños invisibles y niñas que levitan, ya no parecen lógicas, sino inventos de su imaginación. Las fotografías que su abuelo le muestra y que él veía fascinado en su niñez le parecen simples retratos trucados. Pero, como en toda historia, algo pasa.
El abuelo de Jacob muere en extrañas circunstancias, ocasionándole un severo trauma, y decide que la mejor forma de superar la pérdida es viajar a ese lugar del que tanto oyó hablar, ver las cosas como fueron en realidad, y despojarse de los recuerdos infantiles. Pero, ¿qué pasa si en verdad su abuelo no le contaba historias inventadas? ¿Y si esos niños tal vez no fueran imaginarios? ¿Si en verdad hubiera compartido su niñez con ellos, que son peculiares? Y aún más sorprendente, ¿qué ocurriría si todos esos monstruos de los que le advirtió una y otra vez, fueran completamente reales?
Creo que de esto se trata la novela, de ir en busca de la verdad, por extraña que pueda resultar, de descubrir qué es cierto y qué no, sin importar lo que puedan pensar los demás. Al fin y al cabo, el creer o no, es nuestra propia decisión, y lo mejor de todo es que muchas veces nuestra fe se puede ver recompensada. Eso es, en gran medida, lo que ocurre con Jacob.
No contaré más porque siento que este libro es para leerlo y maravillarse con sus páginas, sorprenderse con los giros de la historia y las hermosas fotografías antiguas que el autor ha sabido incluir con tanta maestría y que adornan esta entrada.
El hogar de miss Peregrine para niños peculiares es un libro muy, muy recomendable, no solo para quienes aprecien la fantasía, sino para todos los que aún creemos en la magia, que somos muchos, ¿verdad?
