Pálido como la luna
y frío como el mármol,
sus ojos dos lagos negros,
la sonrisa fresca y suave.
Misterioso amigo,
nunca conocido,
siempre extraño.
Vuelve pronto,
mi dulce compañero,
aún cuando al estar aquí
te siento lejano,
lo prefiero a dejar que la tierra nos separe.
Saberte aquí,
oír tu dulce voz,
respirar el mismo aire,
adivinar tus pensamientos,
empapar de lágrimas tu pecho,
ver tu sonrisa que sólo yo entiendo,
que sólo a mi me consuela.