Empieza el Otoño por estos lares, esa estación que se asocia con la nostalgia y el frío, la que antecede a la más cruda, el Invierno, pero debo confesar que estas son mis favoritas. Me ponía a pensar por qué, y creo que es en gran medida porque no me gusta el calor, o el sol en demasía, aún menos si viene acompañado de esa horrible humedad que aquí no falta. La oscuridad es agradable siempre y cuando la acojas de buena gana, con un buen libro, haciendo lo que más le gusta a cada quien, y disfrutando ese ambiente un poco nostálgico que se abre paso.
Me gusta caminar con la seguridad de que no empezaré a sudar cuando lo que quiero es relajarme y disfrutar de un bonito atardecer.
Uno de mis mayores placeres es ir a la playa cuando no está abarrotada por hordas de veraneantes, sacar un libro, y si tengo suerte, escribir un poco. De vez en cuando me animo a llevar unos cordeles para pescar; me temo que no he obtenido más que un resfríado y una profunda decepción cada que lo hago.
No me da tristeza ver caer las hojas, pienso que saldrán nuevas, y el ciclo de la vida se renovará una vez más, como debe ser. Encuentro, al contrario, cierta belleza, en las hojas que se forman mantos en los jardines.
Y si llueve, cosa poco posible aquí, que estamos más acostumbrados a ligeras garúas, siempre puedes sacar un paraguas de ser necesario, ir a tu lugar favorito y disfrutar de una maravillosa vista.
Así que le doy la bienvenida al Otoño, celebro con mis buenos amigos del otro lado del mar el disfrute de la Primavera, que es también una linda época, y les dejo el Vals de las Hadas de Otoño, una pieza para dejarse envolver, y soñar un poco.
Feliz Otoño, feliz Primavera, feliz cada día.
